No voy a decir que no escribo cosas moñas, porque no sería cierto, pero, he aquí lo más sentimental que puedo redactar sin caer en el pastelosismo descarado de las novelas románticas de bolsillo, ni en las confesiones típicas de niñas de esta edad (aderezadas siempre, he de puntualizar, con sus catorce mil fotitos y "te quiero"s revoloteantes). Quizás es eso. Bueno. No lo sé. Sí, quizás. Pero, en fin. Pongamos en práctica aquello por lo que me premiaron años atrás, hay que aprovecharlo, ¿no? Y esta es la única forma posible y agradable de hacerlo.
Tengo muchos amigos. Muchísimos. Bueno, puede que no tantos. Pero vaya, sí, tengo bastantes. Con todos ellos he tenido mis más y mis menos, he pasado por muchas cosas. Siempre me ha hecho ilusión la idea de tener un "mejor amigo". Fíjate. Hay chicas que les hace ilusión tener unos Manolo Blahnik. Bien, a mí me hace ilusión tener un mejor amigo al estilo americano, sí, lo típico de las películas, ese chico tan majo, tan simpático, que siempre está contigo, que siempre te saluda emocionado a mitad del pasillo, con el que no te importa hacer el ridículo, ni el loco, ni el idiota; con el que no te importa que pasen las horas y las horas, porque te estás divirtiendo de verdad. Porque... no sé, no sabría explicarlo muy bien. ¿Soy capaz de describir a alguien fumando, con cada instante remarcado y casi calcado en pocas palabras, y no soy capaz de describir un perfecto compañero? Vaya, comienza a ser un poco preocupante. El caso es que esto es lo de menos.
Casualidades del destino, gilipolleces varias, apuestas, un "no te atreves", un "¡ya verás!" y pum, de repente, ahí lo tienes, una ventanita de Tuenti más, aparentemente. Una piensa en esos instantes cómo marearlo, si con la técnica de poner en duda su virilidad diciendo que si es homosexual o no (increíble pero, ¡funciona!) o simplemente con la bonita sarta de contrariedades y dudas metafísicas que, de seguir su camino natural, suelen aparecer mágicamente en toda conversación al cabo de un par de días o tres de intenso diálogo con he aquí mi persona. Recuerdo perfectamente que era Enero, y domingo. Sí, era domingo. ¿Domingo 16? Casi con seguridad que 16. Adoro el número 16, es un número singular, me resulta simpático. Die-ci-seis. Suena dulce. Ya sabes, por la "d" y la "s", hacen que la palabra sea fluida y empolvada. Es bonita, sí.
Creo recordar también que hablé mucho con él. La primera conclusión que extraje fue que escribía sin faltas de ortografía, ni una, a diferencia de su amiguito (o mejor dicho, hamijito ). Y que decía mucho "xd". Sí, son pequeños detalles, puede que otros no se fijen, pero yo sí, no puedo evitarlo. También pensé que era muy tranquilo, relajadito, no se estresaba mucho. Hablaba, sí, las conversaciones eran entretenidas. Claro, sacar todo esto en un par de horas... complejo, sí, dificultoso. Requiere de observación y de mucho suponer. Pero en fin. Tampoco pensaba que fuera a ser mucho más que otro contacto que tienes en tu Perfil. No por nada, claro que no. Pero era u amigo de un amigo. ¿Lo conocía? ¡Qué coño! Sólo había oído hablar de él, de que tocaba la guitarra, que se lo había llevado a Bejís en verano, que era un melancólico y un romántico, y que le decían Monchu. Ah. Y que se equivocó de colegio.
(A propósito, cómo olvidar ese encuentro. Estrechón de manos para intimidarlo y sonrisa. Un hola seco y una pregunta directa. Sí. La cara que puso fue todo un poema. Es decir, lo que yo pretendía)
La cosa continuó su debido curso. Para mantener un poco la cordialidad y que no pensara que era una loca paranoica (lo pensó más tarde, eso sí) que sólo pretendía tenerlo para "controlar" a su amiguito, seguí hablando con él durante... ¿tres, cuatro, cinco días? Sí. Nunca suelo comenzar yo las conversaciones si se trata de gente con la que quiero hablar. Paradójico, ¿eh? Prefiero esperar a que ellos saluden, para ver si siguen teniendo interés en hablar conmigo o sólo he sido un simple entretenimiento de un par de semanas o poco más. Pero, conociéndolo de apenas un par de días, no era lógico ni de esperar que fuera él el que iniciara tal diálogo. Así que, saltándome toda regla y todo principio, hice uso de un bonito "Hola" y "qué tal" durante ese breve período de tiempo, más que suficiente para darme cuenta en lo interesante y agradable que era el chico en cuestión. Hablábamos de lo típico. Bueno, ¿qué se considera típico por aquí? En general, discutí sobre los Beatles, sobre el señor Cara-bollo McCartney, al que me exigió que me refiriera como "Sir James": "Tenle un poco de respeto a ese genio", fueron las palabras exactas. Cómo no, carcajeábame yo en esos instantes, al tiempo que seguía picando y picando, a ver cuánto aguantaba. Aguantó. Sí. O rayó la indiferencia, que también. Bah. Para eso hay siempre solución, le dices "Eres un soso", y ya saltan como pulgas amaestradas.
Pasaron los días y semanas.
- Voy a Maristas
- Pues pasaré un día a verte
Pasaron muchas excusas y se enviaron muchos mensajes hasta que finalmente pude conocer en persona al famoso chico que se equivocó de colegio. Pero, como todo, valió la pena. Me reía muchísimo con él, me enseñó muchas cosas, me pasaba las letras de sus canciones, le contaba mi día a día; sus adorados "Amor de Lesbiana", a los que me he viciado con el tiempo, o los señores Primavera Joven, Tito Leonard y Voz de Gato Atropellado Dylan, considerados los más grandes poetas de todos los tiempos.
Con él supe sacar siempre mi mejor faceta como persona. Era realmente al único que sabía que podía contarle todo sin avergonzarme, cortarme, o sin que se metiera el orgullo y las apariencias de por medio. Digamos que de costumbre siempre se meten estos problemas de por medio, y si ya me cuesta de normal expresarlos, imagínate con tales inconvenientes pululando por el ambiente. Pero el siempre supo, y todavía no sé como, sacar mi lado más tierno, más... humano. Consiguió hacerme más persona. (Y saber más de música, por supuesto).
He de decir que... no fue un buen mes. No fue fácil, ni agradable. Visto desde fuera, ahora no lo pienso tanto, pero en aquellos momentos, sí. Me hundía con frecuencia. Los cambios de humor eran cada vez más frecuentes y más intensos. Realmente... realmente no tenía ni idea de qué hacer, ni qué pensar, ni a quién acudir. ¿Sabes? Es como si tuvieras una caries y no hubiera ni un maldito dentista en condiciones. Te duele, y cada vez te duele más, y se va haciendo más insoportable, hasta que revientas, y sólo quieres que se acabe todo de una maldita vez. Que te arranquen la puta muela. Qué más da si no hay muela, dices, ya no habrá dolor.
Dolor. Sí. Dolor.
Pero el supo siempre ayudarme, Siempre supo escucharme, darme su opinión, hacerme sonreír, apoyarme. Siempre estuvo ahí cuando lo necesité, y cuando lo necesitaba en menor medida, también.
Por eso quizás nunca le impuse la prohibición de "Hola + qué tal".
Por eso nunca tuve dudas de que, aunque no se hubieran cumplido los tres meses de cortesía, iba a ser el mejor de los amigos, y que siempre hablaría con él.
Por eso, la gran mayoría de los verbos que están escritos en pretérito y en condicional en este texto, hay que ponerlos en presente: siempre sabe ayudarme, escribe sin faltas de ortografía, sabe muchísimo de todo, me escucha, me aguanta, es un romántico, escribe canciones, me hace reír, le puedo contar todo, es el mejor, vale la pena, y siempre está ahí.
Bueno.
Siempre y cuando Steve no se ensañe con él... y no sea primera hora de la mañana, por supuesto.
Ya sabes, no sé escribir más ni mejor, ni se expresarme en condiciones cuando se trata de estos temas. Pero en conclusión quería decirte que gracias por todo, Borja.
Que con alguien así me voy a la Toscana y a donde haga falta, porque amigos como tú, se cuentan con los dedos de la mano.
PD 1: No te emociones.
PD 2: Lo estoy leyendo y me parece una moñada.
PD 3: Bueno. Una moñada sincera.PD 4: Una moñada sincera que me ha costado dos horas y media escribirla.PD 5: Voy a dejar de añadir postdatas.
Un año después, sigo pensando lo mismo. Te quiero.