Se retorcía amargamente sobre las sábanas. Gritos. Lágrimas. Sangre. Desgarrones a lo largo de brazos y ropa. Tétricos, dos grandes manchas oscuras cubriendo ambas cuencas oculares. Chillidos, profundos, infrahumanos. Blanco calavera. Blanco infernal. Blancómo has llegado hasta aquí, si dijiste nunca más, que lo dejabas, que te querrías más. Blanco mentira. Blandecadencia. Blancas promesas. Jurabas ser distinta, diferente, llegando hasta lo más profundo de mi mente. Quién sabrá lo que sueñas, razón por la que vuelvo a verte. Blanca, hermosa, perfecta, la razón por la que permanezco fiel.
Blanca, eres tan cruel.
Siempre hay cuchillos en el cajón
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