Jaque mate

Lo más triste de las despedidas es que da igual cuánto queramos retrasarlas, es el final no escrito de la vida. Y más vale aceptarlo, más vale hacerse a la idea desde el principio de la novela. Lo más triste de las despedidas es cuando decides llevar tú la iniciativa, cuando te das cuenta de que la nostalgia sólo pesa mientras la cargues sobre tu espalda.
Porque lo efímero es vivir de ilusiones, la ilusión de que esa cosa se va a volver a producir. Que no hay nada que te deje con ganas para siempre, y que solo te quede el recuerdo.

Fin. Mayo de 2012.

Madurar

/ 14 de febrero de 2012 /

Nosotros mismos diremos adiós a cientos de detalles estúpidos, con el tiempo, que nos acabarán definiendo cómo seremos, cómo actuaremos y de qué forma perdonaremos u olvidaremos los errores del pasado. 
Suena estúpido, pero me siento niña, y quiero dejar de serlo. Pero no puedo. O no me da la gana, en el fondo y a fin de cuentas. Me canso de mi misma. Sí, es eso. Hay momentos en los que mataría por una ausencia total de empatía y reflexión. No sé si reflexionas. Yo a todas horas, en todo momento. El autocontrol me domina hasta en las situaciones más controvertidas y diversas, da lo mismo si es alcohol o si es azúcar. Control, control. ¿Es buena tanta represión, tanto callar, tanta apariencia? Espera, ¿apariencia? ¿Es que se reduce a eso, a la mera razón de ser un trozo de roca? 
No quiero ser roca. No sé, no quiero ser niña. No quiero. Quiero madurar, quiero crecer, quiero aprender, quiero cambiar, quiero divertirme y no sé, no me apetece ser, si es que ser significa vivir como he vivido hasta ahora. Sin llevarlo al extremo, obvio. Los extremos son imagen de inmadurez. Ah, ¿te das cuenta? Interrelación, contínua, exhaustiva. Pequeñas redes neuronales, dejad de trabajar durante un momento. Dadme un respiro. 
Dejadme acabar con ésto.

1 coliflores:

{ Irene } on: 15 de febrero de 2012, 16:34 dijo...

Hummm... buen texto!

 
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