Jaque mate

Lo más triste de las despedidas es que da igual cuánto queramos retrasarlas, es el final no escrito de la vida. Y más vale aceptarlo, más vale hacerse a la idea desde el principio de la novela. Lo más triste de las despedidas es cuando decides llevar tú la iniciativa, cuando te das cuenta de que la nostalgia sólo pesa mientras la cargues sobre tu espalda.
Porque lo efímero es vivir de ilusiones, la ilusión de que esa cosa se va a volver a producir. Que no hay nada que te deje con ganas para siempre, y que solo te quede el recuerdo.

Fin. Mayo de 2012.

Walking Disaster

/ 16 de febrero de 2012 /

Vale que no duele, pero es inútil resistirse. Son muchas las ganas de suplicarle atención. Pero, y a pesar de todo, el tiempo y las corazas siguen siendo el mejor de los aliados. 
Así que volvamos un par de años atrás, un par de recuerdos que vuelven a la mente. Lo que daría por una máquina del tiempo, y dar marcha atrás, mucha marcha atrás, aunque fuera tan sólo para verme. Ver cómo era. Y es que... era todo tan absolutamente distinto. Era tan, tan, tan feliz... Inocencia, mucha. Ilusión, distintas las amistades, distintas las diversiones y distinta la música, la forma de ver la realidad. Debe ser cosa de la memoria selectiva, pero tan sólo conservo las risas y las caídas sobre patines, las mañanas en las terrazas comiendo pizza y aprovechar tanto las vacaciones que pasábamos más tiempo en la calle que en nuestras propias casas. Si es que éramos una familia, y, dime, ¿qué es lo que queda de aquello?
¿Qué queda?
Algo. Sí que queda algo, y quiero recuperarlo. De la forma que sea. Los buenos años no son para que queden en el recuerdo. Son para revivirlos, ¿comprendes? Re-vi-vir. Vivir otra vez.

Sum 41 | Walking Disaster )
Nunca creí que podría echar tanto, tantísimo de menos todo aquello.
Dadme cucharas, patatas y un despertador. Me voy al taller a montarme mi máquina del tiempo.


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