De la misma forma que en ocasiones las personas te resultan más imbéciles, más insoportables, más distintas. Si han cambiado, o si decidieron tomarse mis advertencias con tequila, radiactivos, y no con leche y café como los hube avisado. A su manera. Se han sacado de su bolsillo sus propias leyes y normas y, no sé, pero todas ellas me resultan infantiles a la par que absurdas. De repente salen hasta de debajo de las piedras tropecientas nuevas parejas con fecha de caducidad en la frente. Algunas parece que van a durar más de lo previsto. Otras, es duro prever en cuántos meses acabarán odiándose, como si antes no hubierams leído la misma historia, el mismo cuento. Quizás soy yo la escéptica, o me gusta en exceso el conformismo. Quizás es que esto de las costumbres me viene demasiado al pelo, y que la palabra compromiso es un alérgeno para mi piel y, en general, para mi misma.
Como extraños.
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