Jaque mate

Lo más triste de las despedidas es que da igual cuánto queramos retrasarlas, es el final no escrito de la vida. Y más vale aceptarlo, más vale hacerse a la idea desde el principio de la novela. Lo más triste de las despedidas es cuando decides llevar tú la iniciativa, cuando te das cuenta de que la nostalgia sólo pesa mientras la cargues sobre tu espalda.
Porque lo efímero es vivir de ilusiones, la ilusión de que esa cosa se va a volver a producir. Que no hay nada que te deje con ganas para siempre, y que solo te quede el recuerdo.

Fin. Mayo de 2012.

Heartbreaker

/ 17 de enero de 2012 /
Despertador. Pi. Pi. Pi-pi-pí-pí
Diecisiete de Enero. Martes.
Las chispas de rocío salpicaban el cristal de la habitación esta mañana a las seis y media.  Pi. Pi. Pi-pi-pí-pí. ¿Ya?  Pi. Pi. Pi-pi-pí-pí...Vale, vale, me levanto. Pi. Pi. Pi-pi-pí-pí... Apágate de una vez. Sí. Ya. Oh, vale, mierda. Olvidé bajar la persiana hasta abajo anoche, después de la tormenta. ¿Estará empañado? Creo que ha entrado agua por la ventana. 
Me levanto de un salto. Nada, gris. Está nublado. Ni si quiera llamaría a ésto estar nublado. El cielo se viste de algodón y humo y frío para empezar el día. Suena bien. Suena a invierno. En fin, es obvio, es pleno Enero. La casa está a oscuras, nadie se ha movido de su cama todavía. Ando descalza, el suelo está helado, congelado. Necesito un par de calcetines... Ayer me volví a acostar tarde, cada vez tengo más sueño. Pero, ¿cómo meterse en la cama temprano, con tantas ganas de hablar? Algo me presiona el pecho, una sensación de esas absurdas que describen en los libros cuando estás nervioso. No sé, ésto me recuerda a aquellos días en los que Time era un reciente descubrimiento y me gustaba jactarme de que no me arrastraría nunca por nadie. Sonrío. Cuánto nos reímos hace un par de días o tres, con esa tontería... "No me pienso arrastrar". Unas carcajadas mientras me seco la cara. Parece que han vuelto los buenos tiempos, y con más fuerza que antes.
Shine a Light suena en la radio portátil del cuarto de baño mientras dispongo a ponerme un par de medias bajo los pantalones. El frío cala hasta los huesos, el termómetro bajará hasta los seis grados de temperatura en Valencia y Alicante decía anoche la mujer del tiempo. Pues vaya, más capas, pareceré una auténtica cebolla.
Y de repente, un nuevo sabor de boca. Se me pasa por la cabeza echarlo de menos. Echarlo de menos... ni si quiera lo quise. No. No lo hice. Tan sólo hay que verlo, a las pruebas me remito. Septiembre, Octubre. Obviamente, no me importan sus decisiones. Él es feliz, yo lo soy también a mi manera, cada uno por un lado, hemos tomado caminos diferentes. Nunca puse remedio a que la amistad se acabara, digo yo, en parte no puedo quitarme la culpa. Pero siempre piensas qué hubiera ocurrido si hubieras tomado, precisamente, esa decisión a la que tenías miedo. Qué hubiera pasado si quizás nunca te hubieras arrepentido de ese futuro tan transparente. Y si te sigue mirando, y si sigue acordándose de ti. A estas alturas, incluso aún me resulta surrealista que todo aquello pasara.
Al igual que, a estas alturas, ya no me duele nada, porque no se puede sacar nada de donde no hay.

Que devoré su moral por no quererlo, que me comí sus horas, minutos y días y le vendí esperanzas recicladas. Y aún así sigo buscando sus miradas, y sería capaz de robarle otra vez todas sus sonrisas. Sin si quiera mover lo más mínimo mis sentimientos. Sería capaz de destrozarlo, despedazarlo, acabar con él. 
Acarrearé con la culpa, de acuerdo. Tengo sed de deseo, soy vampira de sus "te quiero". Y en general, de los de cualquiera.

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