Jaque mate

Lo más triste de las despedidas es que da igual cuánto queramos retrasarlas, es el final no escrito de la vida. Y más vale aceptarlo, más vale hacerse a la idea desde el principio de la novela. Lo más triste de las despedidas es cuando decides llevar tú la iniciativa, cuando te das cuenta de que la nostalgia sólo pesa mientras la cargues sobre tu espalda.
Porque lo efímero es vivir de ilusiones, la ilusión de que esa cosa se va a volver a producir. Que no hay nada que te deje con ganas para siempre, y que solo te quede el recuerdo.

Fin. Mayo de 2012.

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/ 2 de enero de 2012 /



Segunda Parte
"La verdad no se encuentra, hijo. Ella lo encuentra a uno."


Espera, mirad quiénes han venido. Las gracias continúan, nos duele la barriga de tantas carcajadas. María se queda sin aire, y yo me quedo encogida en el sofá entre risas. "No puedo parar" "Dejadme subir, tengo frío..." "Canta, y te abrimos la puerta". El balcón se llena de uvas, genial, y Rebeca no para de gritar. ¡Acoplados! Querida Mel, ésto no va por tí, pero fuera todos de mi casa. Ah, no tenemos chuches. Corre, corre, hablemos en privado. Cotilla de mierda, ¡ya se ha enterado! Lo odio. Ya, yo también. ¿Le decimos que si quiere compartir con nosotras? Así salimos a menos por barba...Oye, pues sí. Pero primero, consigamos. Perfecto, perfecto.
Deja de picotear, maleducado. Y mientras, no aparece la cartera. "Suéltame, ¡hipócrita!" "¿Cómo?" "¡Hipócrita!" "La que es una hipócrita aquí es tu amiguita" "Pues no". Mira, se ha traído la camiseta. Sí, la fantástica camiseta que tenemos igual. ¿A que es perfecta? Hace demasiado frío para ponérsela... A todo ésto, enciende el radiador, me estoy congelando, joder. "No nos han invitado a la cena con los demás, ¿a vosotras os parece? A mi fatal..." "Va, chicas, miradlo por el lado bueno, estaremos más tranquilas arreglándonos..." "A él tampoco lo han invitado" "¡Somos una élite!" Vamos a jugar a las cocinitas. Mel, ¿nos ayudas? Me estoy poniendo nerviosa... Pues no sé qué es peor, es Rebe la que está histérica. Ahora sí que se ha enfadado de verdad. Va, no te pongas así, te ayudamos... Así barría, así, así, así barría, así, así... Yo recojo el salón. Limpia el balcón. No. Que lo limpiéis. Va, Álvaro, haz algo. Rebe, no llores por favor, va, ea, ea... Una pequeña sorpresa. ¡Cabrones hijos de puta, me lo había creído! Otra vez las carcajadas. Me meo, en serio. Tengo el corazón a mil, de verdad... 
Y así, durante un par de horas. Todo concluye con la expulsión de los nominados. Adiós Miguel, adiós Álvaro, au revoir. No, no nos importa lo ofendidos que estéis. Adiós, adiós. Espera, ¡el móvil! Ya está, ya te puedes volver.
Y cenamos, como una bonita familia. Qué buena que está la smerdacciata de María, en serio, es sublime. Y los lomos a la pimienta ni te cuento. Sobrará y todo, rebosa la comida por la mesa. "¿Quién ha puesto el agua en los vasos...?" "Yo, es que soy educada" Sé que suena repetitivo, pero no volvieron a faltar las risas, y todos los comentarios subidos de tono que nos caracterizan. Que la noche promete, que hay que hacer una lista de propósitos. Que quiero beber y beber y beber y no parar, y yo gastar el condón. 
Pero se ve que nuestra electrizante felicidad derivó en un cortocircuito.
Literalmente.

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