Pasé del "te echo de menos" a morirme de ganas porque llegara el fin de las clases. Que viene a ser, poco más o menos, el mismo sentimiento. Sólo que, una vez más, ha cambiado el punto de vista. Y quizás por ese punto de vista algunas cosas pueden verse más nítidas, tan nítidas que resaltan. Pero, eh. No es oro todo lo que reluce. Y quizás confundes los dorados con el auténtico oro de quince quilates, y, ¿quién arriesga si no gana? Nadie. Pero quien pierde también gana (Sí claro, ganas en déficit de autoestima). Te asaltan las obviedades. Una por una, se enganchan a tu pelo y tus pestañas. Fuera, fuera, dejadme en paz. Me gusta conformarme con ésto. ¡No! Que sí, que estoy bien. Pues deja de mirarlo. ¿Qué hay de malo en que lo haga? ¿Ves como sí que quieres más? Ah, ¡mierda! Uno se ha puesto a susurrar al oído. Aparta, bichejo. Si hay algo que he aprendido es que no hay nada más venenoso que la indiferencia y las medias sonrisas: Matan todo tipo de esperanzas. Incluidas las mías, que es el principal propósito.
Pero, aún así, hay ciertas sonrisas que te sorprenden y aparecen, aunque antes nunca las hayas visto así. Ciertas actitudes que, por mucho que quieras ocultarlo, sabes que te gustan. Te gustan y te encantan. Y puede que con conformarse baste, pero conformarse con ello... Sería muy poco para ti, ¿no?
0 coliflores:
Publicar un comentario