Y una vez más, ¿en qué consiste la felicidad?
¿Tienes ganas de cumplir los dieciséis? Ningunas. Verdad, como ninguna, que si te dijeran de repetir cada uno de estos días de tus no siempre felices quince, no te echarías atrás. Porque cada uno de ellos ha sido único, jodido, perfecto, inolvidable o obviable, pero único. Irrepetible. Y se quedarán en tus recuerdos, y los sacarás de vez en cuando, igual que sacas tus ciento y pico días de invierno de la caja de objetos perdidos y sonríes, como la que más. Porque es ternura, ternura por las horas perdidas, por las hojas que arrancas del calendario y que, mira, puedes pegarlas con celo, pero ya no es lo mismo. No lo es.
Vertical y transversal, soy grito y soy cristal, justo el punto medio el que tanto odiabas cuando tú me repetías que te hundirá, y te hundirá
Sueña con duendecillos que se grapan las bocas para parecer que siempre están sonriendo, y aparentar que son felices.
Jaque mate
Lo más triste de las despedidas es que da igual cuánto queramos retrasarlas, es el final no escrito de la vida. Y más vale aceptarlo, más vale hacerse a la idea desde el principio de la novela. Lo más triste de las despedidas es cuando decides llevar tú la iniciativa, cuando te das cuenta de que la nostalgia sólo pesa mientras la cargues sobre tu espalda.
Porque lo efímero es vivir de ilusiones, la ilusión de que esa cosa se va a volver a producir. Que no hay nada que te deje con ganas para siempre, y que solo te quede el recuerdo.
Fin. Mayo de 2012.
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