Jaque mate

Lo más triste de las despedidas es que da igual cuánto queramos retrasarlas, es el final no escrito de la vida. Y más vale aceptarlo, más vale hacerse a la idea desde el principio de la novela. Lo más triste de las despedidas es cuando decides llevar tú la iniciativa, cuando te das cuenta de que la nostalgia sólo pesa mientras la cargues sobre tu espalda.
Porque lo efímero es vivir de ilusiones, la ilusión de que esa cosa se va a volver a producir. Que no hay nada que te deje con ganas para siempre, y que solo te quede el recuerdo.

Fin. Mayo de 2012.

Durmiendo en la estación de tren.

/ 19 de septiembre de 2011 /
Querido nadie, hoy te escribo a tí. Porque nunca contestas, porque no tienes problemas, porque no necesitas tener oídos para escucharme, porque ni me recriminas, ni me engañas. Eres infinita paciencia silenciosa. Estás no estando nunca.
Estoy bien. Este fin de semana lloré mucho, mucho, y en realidad, toda la semana pasada. Me hice cardenales en las piernas de darme golpes, pero ya no quedan, y me levantaba con los ojos hinchados como un sapito. Sé que en el fondo no lo pensaba, pero me repetía una y otra vez que me quería morir. Es absurdo, ¿no? En realidad, no quería.
¿Te acuerdas de principios de Agosto? Me volví a sentar en la puerta del armario acurrucada. Desde ese rinconcito las cosas se ven de otra manera, es como... menos miserable. Me gusta sentarme ahí cuando creo que se me viene todo encima.
En ocasiones pienso en destrozarme la piel con una cuchilla o arrancármela a tiras. Me araño hasta casi sangrar... Una vez pude comprobar que cuando sientes dolor, puedes paliarlo desviando el enfoque del mismo a otro punto de tu cuerpo, y concentrándote en él. Yo pensaba que era un método infalible, pero no. No lo es, no es suficiente.
Yo sé cuál es el auténtico problema, y aunque puede que se trate de una mezcla de bastantes, conozco el auténtico. Me encantaría contarlo, pero no puedo. De nuevo la barrera se ha alzado. Ya no es tan superficial como hace tiempo, pero mírala, ah, The Wall. Mi refugio, mi guarida. Tan alta, más bonita que ninguna, y sin terminar. Ladrillo a ladrillo, con paciencia. Hay que encerrarse poquito a poco, sin que nadie se de cuenta. Ésa es la técnica, pasar desapercibido. De otra forma, llamas la atención.
Estoy cansada del modo, dirección y sentido. Creo que no soy feliz. Yo era feliz hace un año o algo más, lo sé. De vez en cuando pienso que me encantaría volver atrás. Una máquina del tiempo, como solía decir. Y no para cambiar nada, sólo para... para saborear despertarte por la mañana con más ganas de comerte el mundo que el anterior, si es posible, y sonreír pensando en... miles de cosas.
De vez en cuando me encantaría deshacerme de todo, y todos, y empezar de nuevo. Como completos desconocidos.



"Con más noches que la luna, estaba todo bien".

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