Lo más triste de las despedidas es que da igual cuánto queramos retrasarlas, es el final no escrito de la vida. Y más vale aceptarlo, más vale hacerse a la idea desde el principio de la novela. Lo más triste de las despedidas es cuando decides llevar tú la iniciativa, cuando te das cuenta de que la nostalgia sólo pesa mientras la cargues sobre tu espalda.
Porque lo efímero es vivir de ilusiones, la ilusión de que esa cosa se va a volver a producir. Que no hay nada que te deje con ganas para siempre, y que solo te quede el recuerdo.
Todos tenemos unas esperanzas o expectativas a corto o medio plazo que esperamos que se cumplan o las llevemos a cabo fervientemente. Es lo que nosotros solemos llamar "sueños". Los sueños no dejan de ser, de cualquier manera, ilusiones. Digamos que son imágenes que uno crea en su cabeza con tal de no caer en la desesperación, el desánimo y el pesimismo extremo. En fin, que uno crea, voluntaria o involuntariamente. Qué fácil es hacerlas y qué difícil llevártelas de encima. Nadie nació para olvidar, pero quizás todos nacemos para ser olvidados.
Afortunadamente, yo pertenezco al primer grupo. ¿Afortunadamente? Sí.
Yo no me olvido de nada, de ningún momento, recuerdo, bueno o malo o vergonzoso, da lo mismo, no existe distinción, no olvido. Y sobretodo, no me olvido de que Borja tenía mi querido Rayuela.
Shakira
Inevitable
Siempre supe que es mejor cuando hay que hablar de dos empezar por uno mismo.
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