Y las chicas de mejillas coloradas dicen
do do do do do do do do do ...
Fuimos muy temprano, como a las 6 de la mañana. Nos metimos un papel cada uno y escuchábamos música. Estaba lloviendo y yo trataba de escribir, pero no podía. Cómo la carpa era azul todo se veía frio, y ella se movía, la textura estaba viva. También comimos hongos y estaba como muy muy muy loco el trip...
Todas las montañas ondulaban y se formaban redes fractales en la hierba. Veía saltar a grillos sincronizados en el pasto y cada gota de lluvia sonaba cuando caía. Yo realmente no podía hacer nada, mi amigo quería caminar, aguapanela, un millón de cosas pero yo estaba maravillada con el viento y sus colores, el cielo me sabía a dulces y los charquitos los veía muy profundos. Hubo momentos de pelea, y así se pasó todo el día entre música, magia, sonidos; los pinos que me hablaban. Era increíble. Una de las cosas más bonitas fue la noche allá en la montaña. Cuando por fin decidimos devolvernos eran como las 9, y había muchísima neblina, no se veía casi y yo sentía que caminaba en las nubes, las luces de la ciudad las percibía como barcos, y aunque estaba loquísima... como que sentía la tierra y los pasos que debía dar para no caerme. Volver a la ciudad fue horrible. Mucho ruido, mucha contaminación, mucha paranoia.
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