Kashmir

Pam pam pam me das asco, me das asco, me eres indiferente tururú, te escupo, me río de tí,

capullo gilipollas imbécil blablablá inútil patético, que eres patético.

Anda y escóndete bajo tierra hijo de puta, huye, maldito, arde, consúmete entre la mierda y las cenizas,

porque polvo eres y en polvo te convertirás, pero desde luego yo tengo un límite,

y no sé cómo, pero has conseguido sobrepasarlo. 

No te preocupes, dos veces me equivoco. Dos. Así que aprende a contar, capullo.

Cuánta mierda que hay en esta puta existencia. Qué asco. Que ganas de acabar con todo y todos y marcharte, y no verlos, y desaparecer, y... Qué ganas de hundirse. Ah, esto es horrible. Me odio, y te odio, te odio mucho, muchísimo, joder, cómo te odio. Pero encima me dan todos igual. Dejadme, que me dejéis. ¡Que me dejéis!

Es como si me estuvieran sujetando todos con unas cadenas. No, ¡no! No me dejan respirar. No puedo, son demasiados. Demasiados a los que atender, demasiados a los que tener en cuenta, demasiadas sensaciones, demasiados sentimientos. Quiero ser fría, quiero volver a serlo. No quiero echar de menos aquellos días. No quiero, me hago mucho daño. Me produce tanto, tanto dolor... ¿Por qué? Es lo que quiero, recuperar esa ilusión. Ésto es muy gris, no me gusta. No me gusta y me da asco. Asco, asco, asco, me repugna, me repugno a mí misma y todas mis decisiones. 

Me quiero marchar lejos, muy lejos, tan lejos que me pueda olvidar de todos vosotros. Tan lejos que aunque llorase todas las noches, no me oiríais, es más, ni os lo imaginaríais... Quiero estar sola.