Jaque mate

Lo más triste de las despedidas es que da igual cuánto queramos retrasarlas, es el final no escrito de la vida. Y más vale aceptarlo, más vale hacerse a la idea desde el principio de la novela. Lo más triste de las despedidas es cuando decides llevar tú la iniciativa, cuando te das cuenta de que la nostalgia sólo pesa mientras la cargues sobre tu espalda.
Porque lo efímero es vivir de ilusiones, la ilusión de que esa cosa se va a volver a producir. Que no hay nada que te deje con ganas para siempre, y que solo te quede el recuerdo.

Fin. Mayo de 2012.

Tender

/ 4 de agosto de 2011 /

- No me lo esperaba.
- Yo sí.
- ¿Y cómo te encuentras?
- No lo sé.
- Estás... ¿triste?
- Estoy ausente.
- Estas cosas pasan... 
- Sé que no es el fin del mundo ni mucho menos. No voy a decir que no me importa, pero la verdad, no me afecta directamente.
- ¿Directamente?
- Esto suele desencadenar algunos "añadidos" que me afectan.
- Es decir, ¿que no es por él?
- No tanto.
- Bueno, entonces bien, ¿no?
- Nadie dijo nunca mal.
- Tampoco bien.
- "Ausente".
- Cada vez que dices "ausente" o que tienes angustia empieza a sonar una alarma de incendios.
- Quiero estar sola, Javi.
- Irene.
- De verdad.
- No comes.
- No tengo hambre. Solo me apetece estar un poquito sola, de verdad.
- No me gusta verte así.
- Sólo sé estar así.
- ¿Es por eso que siempre estás dando vueltas y que no le dices a nadie, para variar?
- Sí.
- ¿Quieres un abrazo?
- Sí.
- Tienes que hacer algo...

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