Jaque mate

Lo más triste de las despedidas es que da igual cuánto queramos retrasarlas, es el final no escrito de la vida. Y más vale aceptarlo, más vale hacerse a la idea desde el principio de la novela. Lo más triste de las despedidas es cuando decides llevar tú la iniciativa, cuando te das cuenta de que la nostalgia sólo pesa mientras la cargues sobre tu espalda.
Porque lo efímero es vivir de ilusiones, la ilusión de que esa cosa se va a volver a producir. Que no hay nada que te deje con ganas para siempre, y que solo te quede el recuerdo.

Fin. Mayo de 2012.

The Man who sold the World

/ 5 de agosto de 2011 /


En ocasiones, las personas suelen hacerlas cosas sin mirar en ningún momento si  pueden estar dañando a otro, o sin percatarse de que pueda tener un final. Realmente, así es como debería hacerse todo. Dicen, sin pensar en el mañana, "Carpe Diem". Y la verdad, todos esos rollos sobre que lo último que pierde el hombre es la esperanza, y que "quien la sigue la consigue", no son más que cuentos chinos que nos meten a presión en la cabeza para continuar adelante y no hundirnos en el desánimo. Ya sabes. Como eso de que si un chico te hace daño, le gustas. No. "Quien bien quiere te hará llorar". Seamos realistas, la oración está mal formulada. Me ajustaría más a un "Quien de verdad quieras te hará llorar". Es más real.
Con el tiempo, uno crece, uno aprende. Ser realista no es ser pesimista, ni viceversa. Simplemente, uno tiene que seguir caminando, porque el camino no se acaba en las bifurcaciones o en los stop. Los semáforos cambiarán de rojo a verde, al igual que habrán nuevos semáforos y nuevos cruces, muchos motoristas gilipollas y furgonetas que no llegarán seguramente al mínimo de velocidad. Habrán callejuelas, autopistas, ésas de doble sentido, arriesgándote a un bonito accidente, o avenidas de cuatro carriles abarrotadas de turismos. Saltarte las señales de tráfico, los pasos de peatones y pasarte por el forro los radares móviles, inmóviles, semienterrados y enterrados del todo.
Uno crece y aprende. Aprende que hasta que no pierdes definitivamente a una persona no sientes auténtico dolor. Que el tiempo calma las heridas. Las sana. Siempre, siempre las sana. Tan sólo has de desinfectarlas y echarles Betadine, no es complicado. Cuando te haces un corte y sangra mucho inicialmente, te asustas, y tendemos a magnificar el problema. Pero luego... luego te das cuenta de que la herida, pues no era para tanto. Y eso es lo que hay que conseguir, darse cuenta de que no te has roto ningún hueso ni te has cortado la yugular. Que puedes seguir jugando a la pelota como hasta hace nada, y no echarte a llorar porque te escuece. Joder, es una maldita herida, algo profunda, ¡claro que escuece! No seas imbécil. Así que ríete un poco y sigue corriendo.
"Hasta que no pierdes definitivamente a una persona no sientes auténtico dolor". Yo no lo he perdido, lo he cambiado por algo mucho, muchísimo mejor.



Y tiempo al tiempo. Siempre, siempre tiempo al tiempo. 
¿Tiempo, a qué, para qué? Para disfrutarlo al máximo con los que quieres. Y nada más.

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