Morphine, my love

Me siento un poco idiota, la verdad. Idiota,y engañada conmigo misma. Me gustaría centrarme un poco en lo que quiero y lo que no quiero. En el cómo me siento.
Ya, ya sé que es un tema recurrente. Qué digo recurrente, no hago más que parlotear de ello cada vez que me pongo al teclado. En fin. He de resignarme.
Me siento tan falsa. Me siento tan confundida. ¿Qué hacer, qué sentir, qué pensar? Ésa soy yo, la reina del autoengaño: Cada vez que pienso que estoy volviéndome más sabia, ganando más en el control de mis acciones; me doy de frente contra una situación que me hace terriblemente consciente de que todo lo que he logrado hacer es cambiar un grupo de ilusiones por un nuevo grupo más elaborado y atractivo de las mismas. Y en ocasiones, ni eso.
En mi caso, es complicado actuar sin saber cuál es el proceso por el cual la otra persona toma sus decisiones, ¿entiendes? Esa falta de conocimiento me bloquea, me trastorna, me confunde. Sí, exacto, me confunde. Me impide pensar con claridad, no me permite ser objetiva ni tomar decisiones seguras, tan solo conjeturas atrevidas y arriesgadas, sin ninguna garantía de aciertos clara.
Arriesgar. Sin garantías. Odio arriesgar sin garantías. No puedo arriesgar sin garantías. Las necesito, necesito saber que en lo que haga tiene posibilidades de acertar, y no me bastan unas pocas. Deben de ser bastantes. Lo sé, quizás pido demasiado pero, pero, ¡es la única forma que conozco de operar! En alguien que le es complicado ya de por sí tomar decisiones y expresar sentimientos de forma natural, ¿no crees que ya es suficientemente jodido hablar de ellos sin atragantarse las palabras?

Creo que esto no avanza.