Jaque mate

Lo más triste de las despedidas es que da igual cuánto queramos retrasarlas, es el final no escrito de la vida. Y más vale aceptarlo, más vale hacerse a la idea desde el principio de la novela. Lo más triste de las despedidas es cuando decides llevar tú la iniciativa, cuando te das cuenta de que la nostalgia sólo pesa mientras la cargues sobre tu espalda.
Porque lo efímero es vivir de ilusiones, la ilusión de que esa cosa se va a volver a producir. Que no hay nada que te deje con ganas para siempre, y que solo te quede el recuerdo.

Fin. Mayo de 2012.

Midnight City

/ 20 de marzo de 2012 /

A mi me gustaría un viaje a Londres. Siempre lo he dicho. He soñado meses enteros con visitarlo, creyéndome por las calles y el Candem, o colándome en el Metro. ¿Sabes? La sensación de que estás reservando toda tu euforia y que de repente, plaf, lo sueltas todo un par de segundos de adrenalina. No sé, como cuando subes por primera vez al Empire State y te asomas y lo ves todo tan pequeño, tan insignificante... Y no sabes si es que eres en realidad tú lo insignificante o lo que está allí abajo. Y por unos instantes se te pasa por la cabeza saltar, saltar y volar. Un helicóptero. Cerrar los ojos. La brisa en la piel. 
— Siempre has sido algo distinta a las demás. No te apetecía parecerte al resto.
— Lo sé.
— ¿Hay alguna razón para esa insana obsesión?
— Se trata una intensificación de algo que ha estado ahí siempre.
Es decir, imagínate, Londres. No sé, ¿no te llama? A mi me grita. Lo que más me gusta de ella, es el ambiente. Toda esa gente saliendo y entrando en las estaciones de Metro. Oxford Street en hora punta, los taxis, la lluvia, ese pequeño caos que se crea cada mediodía y cada medianoche. El olor de las cafeterías y el bar de cada esquina, el aroma de la cerveza fría. ¿Te has fijado, alguna vez, en los ladrillos de los adosados? Son rojos, como los de Manchester. Y la gente no sonríe. ¿Ves? A mi no me gusta esa gente. Son siesos y demasiado correctos. Pero no cambiaría nada por poder ver Abbey Road, o sentarme en un banco cerca del Thames. Y Dios, las cabinas, que sé que es tópico y que no te gustan los tópicos y siempre te quejas de ellos, pero me encantaría llamar desde una de ellas. Un té con pastas, fish and chips, pasar frío, no sé. Ojalá pudiera volver cada día y que me hiciera distinta, que me cambiara. Los viajes cambian a las personas, y yo a veces me veo como ella, tan gris, tan enigmática.
 No eres gris.
— No me conoces, que es al fin y al cabo distinto.
Sabes... soy feliz cuando pienso en ello. En poder viajar allí. En imaginarme tres semanas, un mes, dos, los que sean, lejos. Lejos de la gente. Creo que cuanto más noto que necesito a alguien, más lejos deseo estar de esa persona. No... no me gusta necesitar a nadie. Quiero ser libre, necesito ser libre. Sin ataduras. Necesito encontrarme con personas y saludarlas en un inglés indecente, necesito reírme con recién llegados y necesito no volver a verte.
 ¿De qué hablas?
— De que me canso de no saber si sí o simplemente paso.
— Deja de hablar en código.
— Que tenemos que dejar de ser amigos antes de que quiera hacerte daño.
Y por las noches tumbarme sobe la cama, como en verano, y encender la música y ponerme los cascos. Y no levantarme en horas, mientras suenan los Arctic, The Smiths, The Black Keys o yo qué sé. Cualquiera de estos grupos que hemos descubierto. Y hablar. Horas. Horas hablando y pensando si besarte o esperar a que te duermas, y dormirme mirándote.
 Quédate esta noche. Por favor.
— En el fondo no eres tan distinta.

"Yo siempre quise viajar a Londres. Siempre quise vivir allí. 
Un apartamento en la zona residencial, a veinte minutos
 del centro en autobús. Yo soñaba con despertarme por 
las mañanas con el cielo encapotado y medio paraguas sacado...


1 coliflores:

{ ORIGINAL LIVE } on: 21 de marzo de 2012, 20:12 dijo...

Me gusta mucho la foto esa, ademas el titulo es de una de mis cANCIONES FAVORITAS JAJAA UN BESAZO!

 
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